“UN ESTABUCO DE NÁRYUR”
Érase que se era, en un apartado, lejano y minúsculo rincón del Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, una linda princesita que se llamaba Btághjluwnc (1).
Btághjluwnc estaba muy triste y lloraba continuamente (y no por ser una princesita caprichosa y adolescente, en cuyo caso sería lo normal) porque decía que nadie la llamaba nunca, que se le había olvidado hasta qué sonido tenía en su Intercomunicador Galáctico de Recepción y Envío de Mensajes y Conversaciones de Voz con Actividades Lúdicas incorporadas – o sea, algo parecido a una videoconsola de octava generación o más-.
La princesita vivía con sus padres y dos gatos, uno blanco y otro negro (los gatos. Los padres eran los dos verdianaranjados, igual que Btághjluwnc y todos los habitantes del planeta). Sus padres no hablaban porque hicieron una promesa dos milenios atrás, cuando la princesita cumplió los trescientos veintiún años. Seguro que esto os suena un poquito raro, pero no tiene nada de particular en el Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul; de hecho es lo normal allí, la costumbre. Para que lo entendáis, algo así como aquí cuando un niño o niña celebra su Primera Comunión y los padres se ponen un traje nuevo… más o menos.
Los gatos tampoco hablaban: maullaban, como el resto de los gatos del universo.
Btághjluwnc lloraba y lloraba y parecía inconsolable, además de tener un impresionante hipo casi continuo y los ojos como dos pelotas de golf de color rojo. Su madre, que aunque no hablaba se comunicaba inexplicablemente bien con ella (y fatal con su padre, por cierto), la mimaba y consentía para compensarla, y la pobre señora ya no sabía a quien acudir para solucionar el problema de su hija: brujos, encantadores, inmigrantes, hechiceros, vendedores ambulantes, magos y antimagos, ranas azules,… en fin, a casi todo ser vivo conocido y por conocer. Pero nada, no había forma de encontrar una solución.
Btághjluwnc, entre sollozo y sollozo, explicaba su problema a sus tres mejores/peores amigas –mejores y peores a la vez: eran las únicas tres jóvenes súbditas que había en todo el planeta.
Ellas, que se llamaban Yosí, Yonó y Yonosé, bromeaban sobre el tema y explicaban, reexplicaban e intentaban hacer entender de mil y una forma distintas a Btághjluwnc que no era que se olvidaran de ella, ni que estuvieran enfadadas por algo, ni siquiera una hipotética conspiración real como ya se sospechaba en algunos “Círculos Sociales Internacionales” (algo así como las tan conocidas Solanas), sino simple y llanamente que, con el nombrecito que se gastaba la princesa, a ver quién era el guapo que lo pronunciaba siempre igual, ¡o incluso que se acordara cada vez!
Pero a Btághjluwnc no le hizo ni pizca de gracia
No se conformaba
Y lloraba
Y lloraba.
Y le daba el hipo otra vez
Y lloraba…
Y sucedió que un estabuco de Náryur (2) llegó al lugar un Bobo, como él mismo se hacía llamar –aunque se decía que era muy muy listo-. Era un personaje algo extraño para los habitantes del Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, porque no era de color verdianaranjado, sino más verdinergro: lo nunca visto, una cosa rarísima por allí.
Pues bien, el Bobo, al conocer el problema de Btághjluwnc, se sentó, se colocó las manos encima de la cabeza, y, después de un largo maquelón (3), se puso en pie de un salto y exclamó: “Yo sé que hacer”.
Enseguida se oyó un “¡Ohhhhhhhhh!”….
Y nada más. Pero nada de nada. Ni un comentario. Ni un “¿qué harás?”, ni un “¿cómo lo conseguirás?” o al menos un “¿qué tu saber qué hacer de qué?”. Nada.
El Bobo se quedó solo, completamente solo y pensó:… (bueno, mejor no reproducirlo que esto lo pueden leer los niños). Pero pensar, pensó.
Entonces, después de cuatro yonblos (4), el Bobo se presentó en la casona de Btághjluwnc y consiguió – no sin dificultad- explicarle lo que tenía que hacer para solucionar su problema. De hecho, le explicó las dos posibles alternativas válidas; a saber:
Opción A: Rellenar un Formulario Oficial y hacerlo llegar al Máximo Responsable del Departamento de Solicitudes Oficiales de la Sección de Asuntos Urgentes del Alto Consejo Imaginario, incluyendo una explicación completa y detallada del asunto.
Opción B: Hacer una reclamación seria y formal a la “Oficina Planetaria de Objeciones para Utilizadores de Intercomunicadores Galácticos de Recepción y Envió de Mensajes y Conversaciones de Voz con Actividades Lúdicas Incorporadas con algún fallo de funcionamiento”. (5)
Teniendo en cuenta que esta última opción, por lo general, podía extenderse en el tiempo de tres a nueve váquiros (6), nuestra princesita se decidió por la opción A.
Y así fue como Btághjluwnc, con la ayuda de su padre, su madre, el Bobo, Yosí, Yonó, Yonosé y seis o siete (no recuerdo bien) paquetes de pañuelos de papel para secarse las lágrimas, rellenó el Formulario Oficial que decía más o menos –resumido- lo siguiente:
“Queridos Altos Consejero Imaginarios:
………………………………………………………………………………………………………..es por lo que pido a Ustedes que me ayuden.
Agradecida
Btághjluwnc”
… Y pasó el tiempo, que aunque con distintos nombres, pasaba también en aquel rincón de la galaxia Anul, y la princesa cada vez lloraba menos, y cada vez tenía menos hipo, y el Bobo siguió su camino intergaláctico, y Yosí, Yonó y Yonosé empezaron a visitar diariamente a su amiga, y la madre e Btághjluwnc seguía sin hablar, y el padre… bueno, él seguía existiendo, y los gatos seguían siendo uno blanco y otro negro, y los ojos de la princesita dejaron de parecerse a dos pelotas de golf de color rojo.
Los gatos tampoco hablaban: maullaban, como el resto de los gatos del universo.
Btághjluwnc lloraba y lloraba y parecía inconsolable, además de tener un impresionante hipo casi continuo y los ojos como dos pelotas de golf de color rojo. Su madre, que aunque no hablaba se comunicaba inexplicablemente bien con ella (y fatal con su padre, por cierto), la mimaba y consentía para compensarla, y la pobre señora ya no sabía a quien acudir para solucionar el problema de su hija: brujos, encantadores, inmigrantes, hechiceros, vendedores ambulantes, magos y antimagos, ranas azules,… en fin, a casi todo ser vivo conocido y por conocer. Pero nada, no había forma de encontrar una solución.
Btághjluwnc, entre sollozo y sollozo, explicaba su problema a sus tres mejores/peores amigas –mejores y peores a la vez: eran las únicas tres jóvenes súbditas que había en todo el planeta.
Ellas, que se llamaban Yosí, Yonó y Yonosé, bromeaban sobre el tema y explicaban, reexplicaban e intentaban hacer entender de mil y una forma distintas a Btághjluwnc que no era que se olvidaran de ella, ni que estuvieran enfadadas por algo, ni siquiera una hipotética conspiración real como ya se sospechaba en algunos “Círculos Sociales Internacionales” (algo así como las tan conocidas Solanas), sino simple y llanamente que, con el nombrecito que se gastaba la princesa, a ver quién era el guapo que lo pronunciaba siempre igual, ¡o incluso que se acordara cada vez!
Pero a Btághjluwnc no le hizo ni pizca de gracia
No se conformaba
Y lloraba
Y lloraba.
Y le daba el hipo otra vez
Y lloraba…
Y sucedió que un estabuco de Náryur (2) llegó al lugar un Bobo, como él mismo se hacía llamar –aunque se decía que era muy muy listo-. Era un personaje algo extraño para los habitantes del Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, porque no era de color verdianaranjado, sino más verdinergro: lo nunca visto, una cosa rarísima por allí.
Pues bien, el Bobo, al conocer el problema de Btághjluwnc, se sentó, se colocó las manos encima de la cabeza, y, después de un largo maquelón (3), se puso en pie de un salto y exclamó: “Yo sé que hacer”.
Enseguida se oyó un “¡Ohhhhhhhhh!”….
Y nada más. Pero nada de nada. Ni un comentario. Ni un “¿qué harás?”, ni un “¿cómo lo conseguirás?” o al menos un “¿qué tu saber qué hacer de qué?”. Nada.
El Bobo se quedó solo, completamente solo y pensó:… (bueno, mejor no reproducirlo que esto lo pueden leer los niños). Pero pensar, pensó.
Entonces, después de cuatro yonblos (4), el Bobo se presentó en la casona de Btághjluwnc y consiguió – no sin dificultad- explicarle lo que tenía que hacer para solucionar su problema. De hecho, le explicó las dos posibles alternativas válidas; a saber:
Opción A: Rellenar un Formulario Oficial y hacerlo llegar al Máximo Responsable del Departamento de Solicitudes Oficiales de la Sección de Asuntos Urgentes del Alto Consejo Imaginario, incluyendo una explicación completa y detallada del asunto.
Opción B: Hacer una reclamación seria y formal a la “Oficina Planetaria de Objeciones para Utilizadores de Intercomunicadores Galácticos de Recepción y Envió de Mensajes y Conversaciones de Voz con Actividades Lúdicas Incorporadas con algún fallo de funcionamiento”. (5)
Teniendo en cuenta que esta última opción, por lo general, podía extenderse en el tiempo de tres a nueve váquiros (6), nuestra princesita se decidió por la opción A.
Y así fue como Btághjluwnc, con la ayuda de su padre, su madre, el Bobo, Yosí, Yonó, Yonosé y seis o siete (no recuerdo bien) paquetes de pañuelos de papel para secarse las lágrimas, rellenó el Formulario Oficial que decía más o menos –resumido- lo siguiente:
“Queridos Altos Consejero Imaginarios:
………………………………………………………………………………………………………..es por lo que pido a Ustedes que me ayuden.
Agradecida
Btághjluwnc”
… Y pasó el tiempo, que aunque con distintos nombres, pasaba también en aquel rincón de la galaxia Anul, y la princesa cada vez lloraba menos, y cada vez tenía menos hipo, y el Bobo siguió su camino intergaláctico, y Yosí, Yonó y Yonosé empezaron a visitar diariamente a su amiga, y la madre e Btághjluwnc seguía sin hablar, y el padre… bueno, él seguía existiendo, y los gatos seguían siendo uno blanco y otro negro, y los ojos de la princesita dejaron de parecerse a dos pelotas de golf de color rojo.
… Y un yomblo, cuando ya no había luz natural (era de noche) y todos dormían, llegaron tres de los miembros del Alto Consejo Imaginario, y como Btághjluwnc estaba durmiendo plácidamente, no quisieron molestarla por si le daba el hipo. Entraron en su cuartazo sin hacer ruido, cogieron el Intercomunicador Galáctico de Recepción y Envío de Mensajes y Conversaciones de voz con Actividades Lúdicas Incorporadas del pie de la cama y le dejaron una carta en su lugar.
Cuando Btághjluwnc se despertó, encontró la misteriosa carta, la abrió y leyó:
“Querida princesita:
Hemos estudiado a fondo tu problema y te comunicamos que la solución ya está en marcha.
Como habrás notado, tus lágrimas ya no empapan toda tu ropa ni tu cama, ni tu hipo es tan continuo y molesto, lo cual es muy buena señal.
También te habrás dado cuenta de que Yosí, Yonó y Yonosé cada vez pasan más tiempo contigo, lo que te está ayudando en tu recuperación.
Pues bien, sigue así. Esto ya está arreglado.
Nota. Nos llevamos tu Inter…lo que sea. Ése era tu verdadero problema. Sólo tenías tiempo para ese cacharro. Ahora ya puedes hacer lo que hacen las princesas como tú o algo parecido. Tus amigas también nos lo agradecerán.
Sé buena”.
Y desde entonces y hasta ahora, siempre por estas fechas más o menos, los Altos Consejeros Imaginarios pasan una noche a asegurarse de que Btághjluwnc sigue estando bien.
Y en el Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, una vez al año, cuando ya es de noche, los tres ilustres miembros de su Alto Consejo Imaginario recorren las poquísimas casas de ese apartado, lejano y minúsculo rincón, así, sin molestar ni despertar a nadie, dejando lo que creen que más conviene a cada uno de sus habitantes.
Así fue como Btághjluwnc y sus complanetarios conocieron a los que nosotros llamamos Reyes Magos y aprendieron, como todos nosotros, que si les pedimos cosas sencillas, necesarias e importantes de verdad, harán todo lo posible por dejárnoslas en casa mientras dormimos.
(Yo, por si acaso, sigo intentándolo año tras año tras año…)
. … porque las ilusiones nacen, crecen y se mantienen igual de vivas en el Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, en la Tierra y en cualquier rincón, por apartado, pequeño y remoto que sea, de todo el Universo.
FIN
(Autora: Petronila Cagalobillos de P´allá)
(1). Nota del autor: Si al llegar a este punto del cuento, habéis tenido que parar, respirar y releer el nombre de la princesita, tranquilos: estaba previsto; a mí me pasó igual cuando lo leí. De hecho, me sigue pasando cada vez. Si no ha sido así, os felicito sinceramente
(2). Estabuco de Náryur se traduce como “Un día de Diciembre”.
(3). Rato
(4). Días.
(5). Equivalente a la Oficina de Reclamaciones de The Phone House (léase De Fón Jause)
(6). Meses.
Cuando Btághjluwnc se despertó, encontró la misteriosa carta, la abrió y leyó:
“Querida princesita:
Hemos estudiado a fondo tu problema y te comunicamos que la solución ya está en marcha.
Como habrás notado, tus lágrimas ya no empapan toda tu ropa ni tu cama, ni tu hipo es tan continuo y molesto, lo cual es muy buena señal.
También te habrás dado cuenta de que Yosí, Yonó y Yonosé cada vez pasan más tiempo contigo, lo que te está ayudando en tu recuperación.
Pues bien, sigue así. Esto ya está arreglado.
Nota. Nos llevamos tu Inter…lo que sea. Ése era tu verdadero problema. Sólo tenías tiempo para ese cacharro. Ahora ya puedes hacer lo que hacen las princesas como tú o algo parecido. Tus amigas también nos lo agradecerán.
Sé buena”.
Y desde entonces y hasta ahora, siempre por estas fechas más o menos, los Altos Consejeros Imaginarios pasan una noche a asegurarse de que Btághjluwnc sigue estando bien.
Y en el Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, una vez al año, cuando ya es de noche, los tres ilustres miembros de su Alto Consejo Imaginario recorren las poquísimas casas de ese apartado, lejano y minúsculo rincón, así, sin molestar ni despertar a nadie, dejando lo que creen que más conviene a cada uno de sus habitantes.
Así fue como Btághjluwnc y sus complanetarios conocieron a los que nosotros llamamos Reyes Magos y aprendieron, como todos nosotros, que si les pedimos cosas sencillas, necesarias e importantes de verdad, harán todo lo posible por dejárnoslas en casa mientras dormimos.
(Yo, por si acaso, sigo intentándolo año tras año tras año…)
. … porque las ilusiones nacen, crecen y se mantienen igual de vivas en el Tercer planeta empezando por la izquierda de la galaxia Anul, en la Tierra y en cualquier rincón, por apartado, pequeño y remoto que sea, de todo el Universo.
FIN
(Autora: Petronila Cagalobillos de P´allá)
(1). Nota del autor: Si al llegar a este punto del cuento, habéis tenido que parar, respirar y releer el nombre de la princesita, tranquilos: estaba previsto; a mí me pasó igual cuando lo leí. De hecho, me sigue pasando cada vez. Si no ha sido así, os felicito sinceramente
(2). Estabuco de Náryur se traduce como “Un día de Diciembre”.
(3). Rato
(4). Días.
(5). Equivalente a la Oficina de Reclamaciones de The Phone House (léase De Fón Jause)
(6). Meses.
4 comentarios:
Me ha encantado.
Por muchas cosas.
Vaya imaginación!!, encima lo escribió en un rato.
Oye... y ganó el concurso?
Felicitaciones de mi parte para Elén o Petronila.
pues eso, que no te preocupes si no te dejan comentarios ni suben tus visitas, tú sigue haciendo cosas bonitas.
¡No llores más, Btághjluwnc, que es mucho peor cuando el intercomunicador no cesa de dar por saco!
Dagal: ya he vuelto de USA de comprar el "Brighter than Creation's Dark", de los Truckers. Tenían 4 ó 5 discos, así que compré el más reciente. Apenas lo he oído 6 ó 7 veces, jeje, y me han sorprendido, sobre todo los diferentes estilos, ya que cada uno escribe y canta sus propias canciones. El tal Cooley es capaz de cantar una Jaegger style, y la siguiente como un country clásico. Una buena combinación Rock-country-blues. ¿Es Wilco el próximo? Ya me he puesto al día con tus entradas, mostro.
Ya sabía yo que te iba a gustar, Isadora. A ver si se anima ella a responderte.
Sabes qie se agradece, doc.
Hola, Ramon. Missing in action ¿una semana? Un día vas a tener que hacer la serie "Aprendiendo a ser un ironman" con tus líos laborales. Yo sólo tengo "Southern Rock Opera", un doble muy bueno. Ojalá pueda ver a Wilco en directo. Pata negra... encima en Oporto.
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