Las carreras desde otro lado

Hacía varios años que no corría la San Silvestre salmantina. No es una carrera que me enamore porque me parece peligrosa si quieres correr "rápido" (es un decir). Sin embargo este año me apunté porque quería acompañar a Alicia en su debut. Ella nunca había hecho deporte pero, dotada de una gran fuerza de voluntad y con una prodigiosa capacidad de ilusión, en apenas dos meses ha dejado de fumar y ha empezado a correr. Poquito a poco, desde esos diez, quince, veinte minutos iniciales hasta la hora del pasado jueves ha ido construyendo una base que le permitía afrontar con garantías el reto. Aunque ella creía que iba a hacer el ridículo, yo estaba seguro que terminaría y disfrutaría la experiencia.

Y allí que se plantó el domingo por la mañana con muchos nervios y zamarra para la ocasión.

Amigos con metas similares. El objetivo de todo este pelotón es terminar. Es un verdadero placer compartir el atletismo popular más real, el de los que empiezan, el de los que hace un mes, en un arrebato, se apuntaron a la aventura de tratar de completar ocho kilómetros y medio. Ésos que le comentaron a los amigos de barra, trabajo o la familia: "Me he apuntado a la San Silvestre" y que en respuesta sólo recibieron miradas escépticas o pequeñas sonrisas burlonas.


Algunos sólo correrán esta carrera. Para otros muchos esto no será más que el principio, será su primer dorsal. Lo pasarán mal pero cuando lo recuerden sentados en el sofá de su casa, con asombro serán conscientes de que únicamente tienen un buen recuerdo, que no son capaces de rememorar las malas sensaciones.

Una mañana gélida donde el agua del pavimento en los avituallamientos se llegó a congelar sirvió a muchos para ponerse a prueba, para intentar conocerse a sí mismos. Algunos salieron por encima de sus posibilidades y tuvieron que ponerse a caminar en los tramos duros. Otros mantuvieron el ritmo correcto.

Entre las miradas del, por naturaleza "sieso" público salmantino, se adivinan propósitos para 2011: "El próximo año me apunto".

Todo para enfilar esa larga línea de meta, con la mirada y la satisfacción que tantos conocemos del que llegó a la cima, del que lo consiguió. Si te marcas un sprint, levantas los brazos bajo el arco de meta y preguntas qué tiempo hemos hecho, es que vas a volver seguro.

Pero lo más importante de todo es la sonrisa del "finisher".

Otros debutantes, Iván y Manoli.

¿De verdad creéis que son de los que no volverán?

A falta de una Alice, dejo una Alison, un de las múltiples maravillas de uno de los grandes, Elvis Costello, al que tiempo estoy tardando en dedicar un post.