martes, 5 de junio de 2012

El día que sobraron los colegios


Un artículo que escribí la semana pasada sobre el incierto futuro del Colegio "El Puente" de Ciudad Rodrigo Ya se publicó en una página local y se utilizó en la protesta. No se trata únicamente de un exponente más de la política actual, hay otros factores. Cerrar la puerta de colegios debería ser un día triste. El verdadero problema para una sociedad, llega cuando a nadie le importa. 


“El día que sobraron los colegios”
No es lo peor que  un colegio se  muera poco a poco, lo peor es la percepción de que a nadie le importe. Ahí están las razones, todos las conocemos. Un poco entre todos, lograremos que llegue  el día en que tras las puertas de unas aulas, solo haya silencio. 
Ahora nos reunimos y hacemos una llamada. Tiempo de reflexión.
No se cierra, me dirás. No, se aparta. Allí están ellos, aquí nosotros. En las sociedades occidentales, a cada paso más compartimentadas y esterilizadas, nosotros lucimos más estilo. La centenaria muralla aún cumple su función, la de separarme de la amenaza, el río como defensa, como frontera que me aparta de todo aquello que no me gusta, que me estorba. Nosotros y ellos.
 Nos afanamos por construir, por hacer tantas cosas que no perdurarán.  Carreteras, estadios,  Torres de Babel de doscientos pisos. Todo, hasta nuestras catedrales, un día retornarán a polvo. Cada pueblo a lo largo de la Historia ha querido  mostrar de qué es capaz pero quizá lo único que perdure, lo único que diferencia al ser verdaderamente humano, sea  su capacidad para contar historias,  lo que nos ocurrió, lo que aprendimos.
Sí, parece que no importa demasiado restar material o profesores, sumar horas y alumnos. Sí, nos dan a entender que en tiempos de tristes elecciones, de susto o muerte,  poco importa que cuando un maestro se gire tras escribir en la pizarra, en lugar de  veinte rostros, vea  cuarenta.  Lentamente vamos asumiendo que solo existen tentativas de educar, que no hay formas, porque eso que  llaman “calidad”, es término quimérico.  Se da por hecho que todos esos recursos están destinados al fracaso, tanto desde el punto de vista humano  como desde el de la formación de herramienta laboral para un sistema colapsado. Faltan alumnos en el “El Puente”, sobran en otros. ¿De verdad importa?
En el colegio me construyeron, soy lo que aprendí.  Es de los pocos cimientos ciertos que  sostienen mi existencia, que básicamente definen mi carácter y forma de encarar la vida. Sin embargo, miro a mi alrededor y duele entender que a la mayoría no le importaría que se cerraran bibliotecas o ardiera Alejandría. Ya no se estila quemar libros, ahora se cambia el nombre a los centros donde se enseña a leer, se crean ciclos, se redistribuye. Una forma más aséptica y neutra  de cerrar puertas al futuro.
Es triste que una sociedad que se adivinó renovada y llena de vida tras el fin de cuarenta años de yugo, en apenas tres décadas, dé por buenos estos planteamientos. Creímos que este país, tras un impasse de varios siglos de enroscarse en sí mismo, por fin se engancharía a los valores de la Ilustración pero, en cierto sentido, es como si todas aquellas expectativas redujeran  aún a menos lo conseguido.
Cerrar colegios es romper  cadenas, las que nos unen  a todo lo valioso del pasado, a unos pensamientos y una tradición clásica que, dejando de lado matices de planes de estudio sin sentido, deberían encarnar los de una verdadera sociedad democrática.
 Cerrar colegios es también crear cadenas,  las que nos convierten en esclavos alienados por fútbol y televisión, las que impedirán una sociedad de ciudadanos verdaderamente interesados, libres, informados  y responsables.
Un colegio que se cerrará y esa culpable sensación de que ninguno de nosotros hizo lo suficiente para tratar de impedirlo.


Una canción de chicos. El fin de semana del 15 vamos a Madrid. He visto que el viernes toca Paul Collins. Me gustaría verlo, disfrutar de impecable rock de corte clásico, enérgico y bien facturado. Otro gran talento al que se le robó el estrellato.

6 comentarios:

Si te lo tengo que explicar... dijo...

No sabía nada (a veces parece que vivo en una burbuja) y es una verdadera lástima. Con la disculpa de la crisis nos devuelven al pasado. Buen artículo!

davidiego dijo...

Siempre hemos sido así. A los curiosos, a los ilustrados, a lis afrancesados, los queman, los apedrean, los expulsan...

CiegoSabino dijo...

Me voy a poner en una posición un poco "incómoda", pero al margen de cuestiones generales, derechos sociales, derechos básicos y demás principios con los que evidentemente no puedo menos que estar de acuerdo contigo, creo que también hay que valorar las cuestiones prácticas, y por lo poco que yo sé del asunto en concreto resulta que tenemos una escuela con ¿unos 40? niños matriculados, de los que van a clase la mitad y cuántos profesores ¿6 ó 7?. Evidentmente lo que hay hacer es intentar y motivar para que esos niños que no van a clase lo hagan (misión casi imposible a no ser que vayas dando primas económicas a los padres para que los niños vayan a clase, que no veo que tampoco sea una solución). Por otra parte, dado el número de matrículas y el, creo que escaso apoyo a esas concentraciones por parte de los vecinos del barrio, parece que a los más afectados tampoco le preocupa mucho la situación de la escuela. Así que vista la situación también me parece razonable que se intente racionalizar los recursos y si no da para una escuela "completa" que se tenga una "reducida".

Bueno, menuda chapa, pero de donde no hay no se puede sacar.

Atalanta dijo...

Iron, gracias. Como dice el Ciego, hay muchos más condicionantes. Tiempos propicios además. Una lástima, sí. Oye, el viernes saldremos por ahí, ya te saco de la burbuja que hasta vamos a ir de extras a una peli, ya te contaré.

David, el signo de nuestro país. El artículo camina más por todo lo que subyace tras la noticia.

Ciego, puedo estar de acuerdo contigo. Lo que trato expresar con el texto es que el hecho de que se cierre un colegio en un sitio donde hay niños, a la par que absurdo, es una verdadera pena. Supongo que yo, en estos temas, soy en exceso sensible pero no entiendo la indiferencia general. Me parece una buena causa para buscar soluciones y pelear. Como expreso en el artículo, es un poco culpa de todos y de cómo ha ido evolucionando esta sociedad. Prefiero ir a una clase ingobernable de treinta muchachos porque no quiero contacto con el que me estorba. Mi novia fue a ese colegio, tengo amigos y familia que también y todos son buena gente. ¿Qué es lo que ha ocurrido en los últimos años para la cuestión virara en este sentido? De verdad que no lo entiendo e insisto, lo que más me asombra es que a la mayoría le dé igual. Ya lo contaba hace unas semanas, la educación, la cultura es fácilmente prescindible, no es más que otra cosa. Sensación de no haber luchado lo suficiente y dentro de esa culpa nos incluimos todos. TE digo lo que al iron, el viernes te llamo, por si andas por aquí.

CiegoSabino dijo...

Entiendo que tu artículo, y en ese sentido es irreprochable, va más en un sentido, sensación o incluso sentimiento general que en el caso particular, porque lo que es indudable es que ante una situación determinada como la que se plantea algo hay que hacer, y en estos tiempos lo más fácil es lo que se pretende hacer, lo malo es que seguramente también sea lo más lógico. Los dineros son limitados (desgraciadamente hay cosas para las que parece que no lo son tanto) y supongo que tú ves ambas situaciones a diario. De todos modos esto sería muy largo, lo tratamos mejor un día (una noche) en el Manolo con unas cerves. Este fin de semana no, que me voy a la Pencona (aunque creo que me voy el sábado, el viernes nos podemos ver).

Algo he visto en la prensa de los extras para esa peli, según he leído para lo que más falta hacen es para ir a una boda a la catedral, una gran oportunidad de darle nueva vida al "traje de Camps", jajaja (mira tú el juego que han dado después los trajes de Camps). Si te enteras de que necesiten un niño con barbas me llamas, jeje.

Atalanta dijo...

Es el viernes. Graban en casa de Susana. Ya te contaré.