lunes, 25 de junio de 2012

Nunca faltan motivos



Esta semana descubrí un disco excepcional, "We´ll Never Turn Back". La verdad que no sé cómo se me escapó en 2007, año de su publicación. Estaba escuchando el último disco de Mavis Staples y probé con este  otro de portada tan bonita. Me atrapó desde el primer momento. Después investigué. Se trata de una recopilación de canciones  de los años cincuenta y sesenta con  un nexo común, el mensaje de denuncia y lucha por loss derechos de la población negra en Estados Unidos   

A los mandos y a la guitarra, una de las figuras con más prestigio en el mundo del rock and roll, Ry Cooder; de esos tipos que parece que todo lo hace bien, tanto cuando produce o coordina proyectos como cuando graba -últimamente en esta categoría podría entrar T Bone Burnette-.

La protagonista es Mavis Staples. Nadie mejor que ella, cantante de gospel antes de pasarse el lado del demonio, para recuperar esos cantos, la mayoría tradicionales,  a los que se aplica pátina moderna pero austera de resultado intenso. Tripulación ilustre: Jim Keltner a la batería, Ladysmith Black Mambazo a los coros.

Además del aspecto meramente musical, la carga emocional, testimonial, el valor histórico es indudable.El espíritu de una época, el anhelo de millones de personas reflejado en piezas de unos minutos, en versos llenos de fuerza. El mismo ímpetu que, de forma bien distinta, transmite "A Change Is Gonna Come" de Sam Cooke. Lamentablemente no son malos tiempos para recordar historias de lucha, los motivos siempre estarán ahí, canciones que nunca perderán vigencia. 


A cuenta del tema, dejo un relato. Algunos conoceréis el episodio Rosa Parks en el autobús. Básicamente se trata de que un día de 1955, Rosa decidió sentarse en los asientos reservados para los blancos y se armó la marimorena, uno de los episodios más simbólicos de aquel duro, lento e ingrato periodo de lucha, lleno de tantas víctimas.
Bien, hace un tiempo le dije a Susana que eligiera una palabra para que yo desarrollara una historia a partir de ella. "Color" me dijo. Entonces decidí contar algo desde el punto de vista de una persona que hubiera estado presente durante el sucedido del autobús. Lo dejé aparcado porque el tiempo es poco y se van colando otros temas. Aprovechado el pretexto del disco, ayer decidí escribirlo.

Es totalmente ficticio, no tiene ninguna base. Un motivo para escribir un relato, no más. Creo que es la primera vez que utilizo la voz de un niño para construir una historia.

"Todo lo demás"

"Al principio miré sin comprender. Me había parecido que Rosa se había sentado en los asientos reservados para ellos, pero pensé que algo se me escapaba, que se había equivocado o que a lo mejor habían cambiado las normas sin que yo me enterara. Cuando después pensaba sobre ello, recuerdo que aquella mañana no la saludé como siempre, me debí quedar con cara de tonto o mis ojos sólo me sirvieron para preguntarle qué hacia, porque ella tampoco me saludó pero sí me respondió de una forma extraña, con una última y pequeña sonrisa que solo yo pude ver.  

Conocía a Rosa de toda la vida y mi madre me decía que siempre andaba buscando problemas,  dando alboroto. Y le tengo que dar la razón, aquello fue el mayor  lío que he visto en mi vida. Empezaron aquellos dos pasajeros gordos a insultarla mientras ella hacía como que no se enteraba, después el conductor paró el autobús y digo yo que si el conductor para el autobús y se levanta del asiento, algo muy grave tiene que estar pasando porque es algo que nunca he vuelto a ver.  Imaginaos cuando subió la policía y se la llevaron.
Estaba deseando contárselo a los amigos y hasta a mis padres. Por otro lado, me daba pena porque Rosa me caía bien. Siempre le estaban riñendo cuando venía a casa aunque de forma diferente a nosotros, como se riñe a la gente mayor. Aún no tengo muy claro qué clase es la peor. Por eso me sentí  bien y mal cuando se lo conté. Me sentí importante con tanta pregunta pero también un poco culpable de que mis padres se quedaran tan tristes. La verdad es que no entiendo cómo meten en la cárcel a la gente que ni roba ni mata ni cosas así. Le pregunto a mis padres pero no me hacen ni caso.
Ya llevaba algún tiempo dándole vueltas a mi color, a lo de ser negro y todo lo demás. Y ese todo lo demás yo sabía  que existía pero no acababa  de entenderlo. Sabía que en el mundo había gente de distintos colores y razas y  mi mente  no veía que eso fuera muy importante porque a esas edades, lo que te rodea es como es, no buscas significados distintos a lo que es como es.
 Cuando creces, los mayores o los chavales que saben, te cuentan que las cosas no son así y ahí empiezan todos los problemas. Te dicen que lo que es de una manera, en realidad es de otra. El lío. Sé que todavía tengo muchos años para vivir y acabaré entendiendo todo aunque hay veces que cuando veo discutir a los mayores de mi familia sobre tantas cosas, me da la impresión de que o no han aprendido bien porque no fueron mucho a la escuela o a lo peor, es que todo es más  complicado de lo que a mí me parece y hay que ser muy listo para ser capaz de entender tantas normas y leyes que digo yo estarán escritas en algún sitio, seguro que en alguno de esos libros gordos de la biblioteca. Pero claro, deber ser difícil aprenderlo todo por mucho que lo leas y muchos años que tengas.
 Dicen que todavía soy un niño pero no soy tonto y no soy tan crío como el verano pasado. De verdad que me da vergüenza recordar algunas cosas que entonces me creía. Nacer negro será mala suerte, sin más. Hay gente que se queda ciega o nace gordo o tiene enfermedades y nunca puede salir de casa y montar en bicicleta. Todos conocemos cosas peores.
Rosa a veces venía por casa y hablaba. Hablaba mucho  de noticias y periódicos y política. Mi madre le decía que se callara, que no  mareara. Ellos, los mayores,  creían que yo no me enteraba pero yo empezaba a darles vueltas a las cosas y hasta intentaba hablar con los amigos de ello, pero no me entendían o a lo mejor era que yo no conseguía explicarme bien.
 En general, yo me lo pasaba bien pero había veces que pensaba que no estaría mal volver a empezar, volver a nacer y tener la suerte de ser blanco, como cuando a veces piensas todo lo que harías si te tocara un premio. Aunque un día leí en una revista que un señor de un sitio que a mí me parecía muy lejos pero que, por lo que decían, no debía estarlo tanto, se había suicidado unos años después de ganar un montón de dinero. Lo de matarse ya es difícil entenderlo, imagínate después de tanta suerte. No estaría mal tener tanto dinero para tener todos los juguetes de los niños del barrio alto aunque cuando pasaba camino de la escuela y los miraba, tampoco me parecían que fueron mucho más felices que mis hermanas y yo.
 En esas andaba yo hasta aquella mañana que vi sentarse a Rosa en el autobús. Sobre todo me hizo ilusión ver la foto en los periódicos al día siguiente, la del autobús. Les contaba a mis amigos que yo iba en la parte de atrás, junto a la ventana que se veía en la portada. Después he pensado que aquel día entendí muchas de aquellas palabras que no paraban de salir de la boca de Rosa y algunas más que encontré por mi cuenta y que también me rondaban la cabeza. Mi madre dice que pienso demasiado, puede que tenga razón.
 Íbamos a la Iglesia, rezábamos, cantábamos. Decíamos que éramos afortunados  pero yo pensaba que en todo aquello había como un sentimiento de culpa. Y yo pedía perdón porque quería ser bueno y me gustaba cantar y escuchar al coro. Ya sé que pedíamos perdón por otras cosas pero a mí me daba la impresión de que al final todo era una especie de pena alegre. Cantábamos fuerte. A veces hasta me entraba la risa por el barullo que se armaba, pero cuando estaba echado en mi habitación pensaba que era una pena cantar encerrados, que me hubiera gustado gritar a voces, que me hubiera gustado que Anne, la vecina blanca de enfrente, viniera a vernos porque seguro que le hubiera gustado y se hubiera animado a cantar y hasta a bailar como hacía a veces las noches de verano, aquellas en que todo era tan divertido y el barrio entero se volvía un poco loco.
Y yo sigo pensando que Rosa no era ni mala ni estaba loca. Otros decían que era como una especie de héroe, como lo de los tebeos pero eso sí que no me acaba de entrar en la cabeza. Muchos la llamaban rara y cosas que no entendía.  Yo tengo mi opinión,  creo que ella al crecer, quería que las cosas fueran lo que parecían, que no cambiaran, que no vinieran con el cuento de que tenía que aprender algo que no entendía pero que siempre había sido así. Que todo fuera más sencillo, más simple. Cambiar la forma de ver el mundo para deshacer todos esos cambios que tanto complican la vida.
De alguna manera sé que ella tenía razón y todos los demás no. Ya sé que parece tonto que esto lo diga un niño pero de alguna manera que no sé explicar, sé que Rosa y yo tenemos razón. Pero no quiero decírselo a nadie porque tampoco quiero que me metan en la cárcel. Yo solo sé que me gustaría jugar en el jardín de Anne esta noche, aunque como siempre, no me dejarán, sin explicarme por qué.
 Cuando crezca, quiero leer todos esos libros que siempre lleva Rosa y que tal vez digan más verdades  que los de la biblioteca. Aunque claro, tampoco puedes tirar a la basura tantos libros como hay allí. No sé, puede que cuando los haya leído, entonces sea capaz de explicar bien lo que quiero decir y ustedes me entiendan".


2 comentarios:

Col dijo...

Te entendemos.
La ingenuidad y la valentía pueden ser dos armas parejas, para destruir cualquier orden preestablecido.

No se como hubiese actuado yo de haber estado en ese autobus de Alabama. Pero siempre desde la parte de atrás, junto a la ventana.

Me ha gustado.

Atalanta dijo...

Gracias, Col. BAstaría el sentido común y ese amor que tanto gusta predicar pero la Historia demuestra que eso nunca sirve.
El temple de héroe solo lo lucen los muy duros, muy pocos.

Y no te pierdas el disco, te gustará.