El retrato de un médico que no se conformó con curar cuerpos
sino que quiso curar almas; para ser preciso, la de todo un país, Colombia. Tarea titánica la que se impuso, empresa para la que se necesitaba esa fortaleza y valentía que solo pueden albergar los corazones más puros, los de los hombres sencillamente buenos. Tiempos extraños en los que la decencia
necesita coartadas, en que el último y sagrado refugio que debería ser cada derecho humano, necesita explicación. En épocas convulsas, predicar la igualdad de oportunidades y condiciones mínimas de subsistencia para todos, se convirtió en anatema. El precio de la nobleza, su vida.
Páginas que son el pago de una deuda de un hijo, una tierna venganza afilada, un avivar la llama de un recuerdo de un hombre que en mundo perfecto, no debería ser extraordinario, un reto al implacable e inmerecido olvido.
Vale.
2 comentarios:
Me alegra que ya estés por aquí escribiendo!
PD: El panteón también me impactó!
Gracias, FANBIKE. Es un edificio que impone, inspira. Lo que no sé es por qué no es más famoso.
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