Me gustaría haber llegado de otra forma, me gustaría haber
llegado en forma. El que se pretendía entrenamiento apresurado de tres semanas
se convirtió en uno express de tres días. Y no es una frase hecha, no. Uno de
ellos, el de veinte kilómetros, retiró de la circulación mi gemelo. Así que me
presenté en la salida de El Aaiún tras diez días parado para no empeorar las
cosas. Bien es verdad que salía confiado porque dos días antes del maratón
corrí con Rafa, ya en Smara, cuarenta minutos y no sentí molestias. Sé
que soy afortunado, que tirando de genética y supongo que de la memoria que mi
cuerpo ha ido acumulando a lo largo de los años, puedo completar la distancia
con dignidad sin apenas entrenamiento. Saldría tranquilo, cruzaría los dedos
para que el dolor no apareciera y encararía la segura crisis tirando de
experiencia y temple. Ése ere el plan. Y el plan, en grandes líneas, se
cumplió.
Vamos desde Smara hasta El Aaiún a las seis y media de la
mañana pero la carrera no comienza hasta las nueve y media. Demasiado tarde, no libramos las horas fuertes de calor. El
maratón es una fiesta. Partimos con mucha ilusión entre las banderas y los
gritos de ánimos de la población del campo.
Por mi parte, desde
el comienzo me marco el ritmo que, a mí entender, es fácil y no demasiado
agresivo; en torno a cinco minutos el kilómetro y hacia adelante. Veo que me quedo solo, algo que tampoco
quiero. Espero que se estabilicen los ritmos de los corredores, algunos quizá
demasiado animados por la excitación del momento. Yo ya soy perro viejo y sé lo que quiero y
necesito. Espero mi momento. Hay varias
carreras, de cinco, diez y veintiún kilómetros. El maratón sólo lo corremos
alrededor de noventa atletas.
Voy a lo mío. A los dos
kilómetros ya veo que el grupo que me precede, de alrededor de siete unidades,
aunque me aventaja en alrededor de doscientos metros, lleva un ritmo muy
similar al mío por lo que decido acelerar hasta engancharme al vagón. Ya sabéis
que no me gustan las carreras masificadas cada vez más de moda. Sin embargo, gusto de correr acompañado y sobre todo a estos ritmos, marchar
charlando y conociendo a la gente.
Bien, estoy justo donde
quería. Metido en un grupillo a un ritmo
medio, sin noticias del gemelo y con ya algo menos de cuarenta kilómetros de
desierto por delante. Un pensamiento
maza golpea mi cabeza. “El Sáhara. Puede
que una vez en la vida. Aprovéchalo. Devóralo. Unta el plato”. Quiero ser una especie de radar de setenta
kilos que no pierda detalle, al que no se le escape nada. Al fondo el horizonte, la línea ente el cielo
y el suelo. No más.
La primera media es
la parte más fácil de la carrera, fundamentalmente son pistas con piedra y algo
de arena. Marchas fresco y con ganas. Además sopla una ligera brisa en contra que refresca. Sin embargo es inevitable que a medida que
avanzamos, el peso de los kilómetros comience a pesar y se opere la selección
natural del grupo.
Desde que me integré en el grupo comencé a charlar con
Agustín, un vasco que competía por tercera vez y está implicado en su tierra en tareas solidarias con los saharauis. Su
idea es bajar de las cuatro horas. Voy
animado y firmo el propósito sin leer letra pequeña.
Pasamos por Auserd, mitad de la carrera y comienzo de la
Media Maratón. No nos compliquemos buscando palabras: emocionante. Montones de saharauis distribuidos a lo largo
del largo paso por el asentamiento, nos saludan, nos animan entre signos de la
victoria, gritos y banderas. Pasamos la
media en 1:54.
Los avituallamientos de agua, algo de isotónico, naranjas y
dátiles están colocados cada tres kilómetros. He bebido y me he alimentado con
cabeza – a propósito, los dátiles son una buena opción para los ultras-. Lo que no me perdonaría es pecar
de pardillo y fracasar por no atender casi a lo más importante en una prueba de
estas características.
A la salida comienza la parte más complicada del
recorrido. El verdadero calor nos recibe
para hacer varios kilómetros de repechos y arena. No son muy pronunciados lo
que es casi peor porque tratas de
mantener el rimo del plano. Agustín está
fuerte y tensa la cuerda. Aunque comienzo a notarme ya algo cansado, aguanto
bien el ritmo y me engancho sin problemas aunque sé que estoy gastando fuerzas
que probablemente después echaré en falta. Pero bueno, ¿qué sería esto sin el
factor riesgo, apuesta, pique?
El recorrido está marcado con hitos de piedra. Excepto en
caso de fuertes vientos, no hay pérdida. Sin embargo, aquí, entre ascensos y
descensos, a veces dudamos cuál es el siguiente cerro a conquistar. Ya sólo quedamos Roberto, de León, Agustín y
yo. En el comienzo de un descenso, Roberto tropieza con unas piedras y se da
un buen costalazo despellejándose una
mano. Ni los reflejos ni las fuerzas son las mismos de hace unas horas.
Aunque
hace rato que lo estaba viendo venir, justo cuando completamos toda la zona de
desniveles y encaramos otro plano infinito que conduce ya hasta Smara, en torno
al km. 34 y llegando a un avituallamiento, paro a comer y recuperarme, dejando
marchar a mis compañeros cuyo ritmo es excesivo para mí. De hecho me doy
cuenta de que he transitado por la zona roja demasiado tiempo. No puedo más,
estoy totalmente vacío, ya no puedo correr y sigo caminando, también con
problemas. Si hubiera una sombra me sentaría un rato. La chicharrera que está
cayendo es importante. “ Vale, Abelín, no es la primera ni va a ser la última. Sabes lo que tienes que hacer.
Comer y asimilar, esperar que regresen las fuerzas”. Me tomo un gel, al rato viene a nuestro
encuentro Diego en un patrol al que le acepto otro gel y agua. Sabes cómo
funciona el tema pero siempre tienes dudas.
Miro hacia atrás, miro hacia delante y recuerdo las palabras de Carlos
cuando me contaba que en algún momento si te dieran una vuelta, no sabrías
hacia dónde ir porque todo es exactamente igual. Sigo caminando y me digo que
como no sea capaz de volver a ponerme en marcha y tenga que seguir andando
hasta meta, se me va a hacer eterna la agonía.
Tras la carrera, me reía cuando me acordaba de este rato. No creo que llegara a
un kilómetro la parte que hice andando
pero al fin y al cabo, estuvo bien este momento “Orens” (así
llamaban los árabes a Lawrence). Ya que
vas al desierto, lo suyo era penar como un perro por allí, como tantas veces habías visto en
las películas.
Poco a poco, me empiezo a encontrar un poquito mejor pero ni
por asomo me apetece correr. Decido esperar a algún corredor para tratar de
engancharme. Finalmente cuando por fin
llegamos a una referencia, cuando cruzamos la carretera de Smara, llega un
chaval vasco y me engancho. La cafeína del gel hace milagros. No me conformo
con ir con él, en un alarde absurdo, lo adelanto y me marcho. No duro ni un
kilómetro, la carrera me pone en mi sitio. Me vuelve a pasar y me olvido de él.
Ya nos lo habían avisado muchas veces. La vuelta a Smara es muy larga, casi
cinco kilómetros que completo trotando a un ritmo patético a alrededor de
treinta grados y con los brazos ardiendo; agradeciendo a los escasos chavales
de las afueras sus ánimos, a los que todavía tengo fuerzas para regalar el buff
de Tor des Géants –bien soso, por cierto-. No quiero volver a caminar y finalmente
consigo entrar en meta. Unos argentinos están preparando un documental. Me
entrevistan, me preguntan sobre la carrera. Joder, no pienso con claridad,
parezco medio lelo, les digo que esperen a que me recupere. Después me
preguntan algo más sobre la situación política y ahí sí me explayo con algo de
coherencia.
Cuatro horas y doce minutos. Puesto 24 de los ochenta que
finalizaron. Creo que a lo largo de la prueba sólo me adelantó un chaval.
Imagino que de ir en forma, se puede correr en alrededor de 3:30. Con lo que
iba, más que contento. Por cierto, el gemelo me lo "rompí" seis días después en
la Media de Salamanca. A alguno le extrañará en mí tanto detalle en una carrera
pero sé que a muchos le gusta y la ocasión lo merece. El lunes sigo con un post
largo sobre la vida en Smara.
Os dejo unas fotos de la carrera.
Música. Monster Magnet. Título apropiado, “Heads Explode”.
Aunque la canción es un pepinazo no muy relacionada con el movimiento, son exponentes del “Stoner Rock” que tanto me prestaba a mí en tiempos. Ya he
hablado en alguna ocasión del tema. Desierto, drogas, generadores eléctricos
portátiles, riffs poderosos, trance. Palabra del profeta de Satán, el inteligente Dave
Wyndorff.
¡¡YO SOY ESPARTACO!!
Con Rafa, Miguel, Jesús y Mohamed.
A las siete de la mañana en el autobús urbano hace frío.
Me costó decidirme. Usé guetres.
Con "Tovarich" Miguel y Rafa, el guaje. Puxa Asturies.
Carlos, otro gran tipo de Madrid.
La sonrisa del deber cumplido.
16 comentarios:
Tiene que ser toda una experiencia correr por el desierto, un subidón, aunque también debe ser bastante duro, pero merecerá la pena aunque llegues destrozado y tardes mucho. Quizás algún día me anime a hacerla, con más preparación.
Salu2 y enhorabuena.
¡Soberbio Abel!
Eso sí... me cago en tus zapatillas mamón... entre lo que hablamos en la MM de Salamanca y ahora ésta crónica se me han puesto unas ganas terribles de probar esto del desierto... habrá que intentarlo. :-)
Lástima lo de el gemelo :-( espero se recupere pronto y, sobre todo, bien.
Abrazo.
Alberto 'RunnerChef'
Mi admiración, señor Espartaco.
Cuídate ese gemelo si quieres seguir viviendo esta parte de tu vida.
Que grande Tovarich Espartaco!!
Gran experiencia, gran carrera. Lástima lo del gemelo, si a Aquiles lo agarraron de los talones para sumergirlo en el Estigia a ti te debieron agarrar de los gemelos.
Siendo perro viejo, por qué te apuras en la primera media?
Nos pasa a todos...
Al principio manda más el corazón.
Un abrazo.
Maquinón! Bonita crónica, dagal.
Abrz
Yo soy de los que disfruto con los detalles de la crónica en este tipo de pruebas. Al menos sabemos a que vamos a enfrentarnos si nos picara el gusanillo. Enhorabuena y a recuperar ese gemelo pronto, que te queda mucho camino este año.
Se hace necesario/obligado una buena cena bien regada con zumos y sobre todo una laaaarga sobremesa para que nos narres tamaña aventura.
Se le pone a uno la piel de gallina...
Una buena crónica. Una gran experiencia. Siento lo de tu gemelo. Espero que lo recuperes bien y, si es posible, pronto.
Un abrazo.
Grande Espartaco!! recupérate pronto.
Arturo
Yonhey, estoy por asegurar que un día la correrás, teniendo en cuenta además ese lazo especial que te une a esa tierra.
Alberto, otro que tal baila. Conociéndote, no creo que tardes. El gemelo ahí anda, recuperándose. Paciencia y a dar guerra otra vez. Y gracias.
DAvid,gracias. A ver si con cabeza, yendo poco a poco, no vuelvo a tener problemas con mi dichoso gemelo en lo que resta de año.
DAvid, no tanto, no tanto. Teniendo en cuentas las condiciones y las características de la carrera, intentas correr con cabeza. Gracias.
Furacán, gracias. Es un mal muy jaramugo. No sé por qué será aunque esta vez tuve yo la culpa. Arriesgué por la falta de tiempo y rompí.
Suso, mira que te conoces y sabes que pasará porque no hay de donde tirar pero es inevitable. Así hay más penalidades que contar después :)
Ramón, gracias pero la máquina está un poco oxidada este comienzo de año.
Miguel, gracias. Me alegro que te gustara. Cada día hay más carreras diferentes y atractivas. Empezaste en Torrejoncillo y aunque ahora no lo creas, todo se andará. Es el manual que todos seguimos.
Manu, la carrera es un maratón duro. De lo que hay más que contar es del Sáhara y sus gentes. Entre hoy y mañana continúo con el tercer capítulo. Acepto la invitación para seguir el relato.
Xocas, gracias. Efectivamente fue una gran experiencia, la carrera y sobre todo el viaje. Aprendes, a veces no pareces realmente un turista.
Gracias, Arturo, en un par de semanas dado guerra de nuevo... vamos, digo yo.
Excelente crónica! Enhorabuena Espartaco!!! :-)
Me ha gustado mucho eso de tirando de genética :-)
Otra experiencia más para el cuerpo!
Descansa y recupérate,
bss
Tania
Ya veo, que tuviste compañero astur, espero que estuviese a la altura, jejeje. Me suena de verle por las carreras de por aquí.
Ahora que contaste la carrera, falta los màs interesante, los sentimientos, tu nueva familia, la política, esa nueva bandera que abrazas, etc..
¿Qué es lo que te dije el otro día?, si no recuerdo mal era algo así como:
"Bien, Abelín, bien. Esperamos al siguiente capítulo".
Pues eso.
Por cierto, ¿tanto se te ha pegado de tus compis astures que las cosas ya no "te gustan" sino que "te prestan"?, jajajja.
Tania, muchas gracias. Es que no sé cómo decirlo pero más o menos me defiendo aunque no entrene un pimiento. Yo creo que eso me viene de mi abuela que es muy recia :)
CiegoSabino, un guiño a mis amigos asturianos :)
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