martes, 10 de julio de 2012

Lalita, silencio a tiempo parcial


Es humano. Hasta el que jamás lo reconocería, un día se paró en medio del camino y se planteó si no existiría otra forma de vida.

Hoy más que nunca sabemos de otros mundos, el brillo del vuelo veloz de las pantallas deslumbra con todas esas vidas que no elegiste. Paradójicamente, nadie tiene tiempo para detenerse y pensar. ¿El valor sobrehumano para apagar el monitor?

Otros se lo plantean cada semana y hacen pequeños ajustes a cada paso para tomar algo de aquello que vieron pasar y quedó atrás, algo de lo que se intuye más puro o conforme con cada naturaleza. Esa capacidad para destilar mejora con el tiempo, es el filtro llamado experiencia. Se trata de modificar ese entramado que recubre cada existencia, esas imperceptibles líneas en la regla que nos marcan el valor de lo que nos rodea. A simple vista no parecen cambios importantes pero puede que sean los verdaderamente trascendentales.



Todos conocemos a alguien que tomó decisiones drásticas y cambió vida de un golpe. Arrebatos que arrastran bromas, admiración, incomprensión. Es lo que toca. La globalización de la tolerancia no tolera la diferencia.

Lalita es un centro de inspiración budista que se encuentra  en la Sierra de Gata extremeña donde, desde hace  años, viven gentes de una forma completamente diferente a la tuya y la mía.  Lejos, en silencio, en paz. Para unos, valientes, para otros, locos; simplemente hombres eligiendo otro camino para buscar,... ¿para encontrarse?, para vivir.



Una visita es una invitación a conocerlos, a acompañarlos unos días. Minimalismo acogedor, espacio para el silencio, menús sin paleodieta, la naturaleza abrazando todo, la montaña omnipresente. Aceptamos la oferta.


A los pies del Jálama, a los pies de Perales. Ideal para entreno, para llevarme libros, para lápiz y papel, para buscar y aprender, incluso lugar idóneo para introducirme en los místicos cristianos, que creemos tan distantes y que intuyo no tanto.



Música. Lo hicieron algunos que nacieron inclinados desde cuna a escapar de este mundo y no sorprendieron a nadie, como Leonard Cohen. Pero también siguieron el camino otros que quién iba a dar: almas de la fiesta como Peret, cabezas locas como Little Richard.

Una hermosa oración del último disco del canadiense. 


3 comentarios:

Dragonkik55 dijo...

Inspirador

Tania dijo...

Creo que soy de las intenta hacer pequeños ajustes para intentar mejorar con el tiempo :-)
Me ha encantado esta frase: La globalización de la tolerancia no tolera la diferencia toda la verdad!
Me alegra saber que existan sitios así, y gente que piense diferente a la mayoría, en los tiempos que estamos es necesario.
bss
Tania

Atalanta dijo...

Dragon, pienso lo mismo... y bienvenido.

Tania, es lo que tiene la uniformización a nivel mundial, que dentro de unos años, no habrá apenas diferencias entre gentes y territorios, todo bajo la pulcra pátina de lo políticamente correcto. Bajo la superficie, el diferente molesta o se le ve pintoresco. Algunos como tú y yo, seguiremos ejerciendo de rarillos, seguiremos ajustando :)