martes, 14 de octubre de 2008

Maratón de Marrakech


Como mi blog es un recién nacido, voy a recuperar alguna de las crónicas jumentas de las pruebas más destacadas que hicimos en 2008. En el enlace jaramugo de la derecha podéis ver crónicas de todos los sitios a los que hemos ido estos últimos años.

"Iba pasando demasiado tiempo y no acababa de encontrar hueco. Lo tenía todo en un montón de papeles a bolígrafo que iba escribiendo cuando me acordaba. Ayer ya me decidí a estructurarlo y entre anoche y esta mañana, que me levanté a las seis, lo acabé. Dudaba si comenzar con la crónica turístico-social y dejar la deportiva aparte. Como esto es un foro deportivo imagino que el interesado únicamente en la faceta deportiva sólo leería esa parte pero después pensé ¡qué coño!, ya que me tomo la molestia de escribir, que el lector se tomé la molestia de leer.
Ale, todo mezclado.
Comenzamos:
Quizá cuando llegas no lo notas, quizá eres consciente después, el último día, cuando ya estás a punto de marchar, de volver, de que lo que te ha llamado la atención es la GENTE.
Acostumbrado a la imagen que te proporcionan los medios, habituado a ver al árabe, al moro como una amenaza, con alguien con el que no mantienes contacto, te choca comprobar lo alegre que es la gente en general. Quizá aquí los ves más huraños, asustados retraídos. Pero imagino que cualquiera en otro país actuaría de la misma forma y por supuesto me niego a identificar a todo un pueblo con la delincuencia o el terrorismo.
Si te sientas al anochecer junto a los jardines de la Mezquita, cuando cientos de fieles salen de rezar y ves a las familias pasear con los críos, a los grupos de adolescentes cantando, acompañándose de tambores, bien canciones árabes, bien temas raperos franceses, cuando caminas al atardecer por el campo cerca de la “Menara” y ves a las familias sentadas al sol, a los críos jugando al fútbol, a las parejas haciéndose carantoñas te preguntas cómo es posible que no seamos capaces de llevarnos bien, si al final a todos nos gusta hacer lo mismo.
Ese pueblo que describo se ve igualmente en la carrera. Yo en el maratón apenas vi marroquíes. Ahí el noventa por ciento éramos europeos. En la media sí había muchos y con la indumentaria más variopinta. Yo, como a los diez minutos iba cojo y reduje el ritmo al mínimo (Pasé la media en 1:51), me dediqué a examinar al personal. Iba rodeado de muchos europeos, muchas chicas y señoras de la edad de mi madre. ¡Bravo por ellas! Mucho galo. Como fue colonia francesa, el francés se sigue utilizando de forma habitual. Como en toda carrera grande siempre hay algún espécimen que te llama la atención: chavales que parecía que habían decidido apuntarse esa mañana, cuerpos de fondistas que a poco que entrenaran nos dejaban tirados. Si embargo yo era capaz de sobrepasarlos con mi ritmo infernal en los kms. 15, 16, 17… cuando exhaustos por no conocer la distancia, se ponían a caminar. Aparte era curioso lo abrigados que iban. El domingo ha sido el día de más calor. Cuando acabamos alrededor de las doce, debíamos rondar los treinta grados y todavía veías a alguno con guantes.
42 kms dan para mucho. Y el recorrido discurre por ambientes muy distintos. Pasamos por un palmeral repleto de residencias acorazadas tras enormes muros. Aquí incluso el tráfico era diferente, más civilizado, más “europeo”. Estaba abierto y los pocos vehículos que pasaban eran de alta gama. Increíblemente iban despacio e incluso llevaban las luces de emergencia puestas. Tema aparte en Marrakech es el tráfico. Simplemente se autorregula. Había oído hablar de la circulación en Atenas o Nápoles pero no imagino que sea tan curioso. Los pocos semáforos que hay son de carácter orientativo. Algunos los respetan pero siempre hay conductores dispuestos a cruzar cuando no viene nadie…cerca. Uno de los mayores espectáculos de Marrakech son las rotondas. Ahí todos entran a saco: vehículos y peatones. Todas las calles están infestadas de pequeñas motocicletas y bicicletas (con uno, dos, tres y hasta cuatro pasajeros) que te esquivan con una facilidad asombrosa con un último rectificado sorprendente que se adivina muy trabajado por los años. Lo que nunca debes hacer es dudar o quedarte parado. El conductor ya te evitará en el último instante. Cuesta acostumbrarse porque la verdad es que la cosa da miedo.
Sólo he visto respetar cortes de calles en el maratón. A lo largo del circuito había cientos de soldados y policías y sobre todo al principio era curioso ver amenazantes enjambres de motocicletas dispuestos a abalanzarse sobre la avenida en cuanto el señor de la gorra se lo permitiera.
El Maratón también discurre por otros ambientes. Para mí lo más atractivo del circuito y lo que siempre recordaré de este maratón serán los kilómetros a través de los barrios llenos de miseria que deben de ser de lo más parecido a las favelas de Brasil. Los locos maratonianos les alegramos el día a los chavales. Un lugar por el que un despistado turista no debería aparecer jamás en circunstancias normales. Un montón de críos de futuro incierto con una pinta de pillos tremenda que se dedicaban a correr con nosotros entre gritos y risas, mientras nos jaleaban (a nosotros, los Jaramugos farinatos: “¡HOLANDA!”), chocaban nuestras manos o nos daban agua o algún dátil. Este rato (entre el km. 15 y el 18), yo, que iba con la “nube negra” en la cabeza porque no veía nada claro que pudiera terminar, me vino muy bien porque disfruté realmente del maratón. Cogerle un dátil a un “bala” de éstos mientras te sonríe y te anima te proporciona una sensación gratificante difícil de explicar. Tiene mucho más encanto que el avituallamiento de turno. Yo, de hecho, en toda la carrera he comida un dátil y cuatro pasas. Como iba despacio, descuidé el tema como un pardillo. Además, el avituallamiento líquido se reducía exclusivamente a agua. Los últimos cinco kilómetros me di cuenta de que iba deshidratado, me bebía las botellas de un trago pero ya iba fundido. Las eternas avenidas de varios kilómetros se me hacían eternas. Cuando acabé la orina no era roja, era marrón. Daba miedo. Error de principiante. Se debió a que como iba pensando continuamente que no iba a poder terminar, no me preocupé de otros aspectos. Además, al correr cojo por el dolor de un gemelo, iba cargando continuamente en la otra pierna con lo que ésta se me empezó a quedar dormida y dolerme rodilla y planta del pie. Pasada la media, me apercibí de que si corría más deprisa, me dolía algo menos así que aceleré y comencé a pasar gente.
Otras curiosidades de la carrera. Siempre las hay: un grupo de japoneses con atuendo samurai; un hombre con un número a la espalda que iba cambiando cada año: “84 and still running”. Se refería a su edad ¡y seguía corriendo!; una pareja de ironmanes (chico-chica) neozelandeses. Ella llevaba un colgante de oro con el símbolo del ironman y rápidamente me apresuré a preguntarle si era realmente una ironwoman. ¡Cuatro llevaba ya en las piernas! El novio incluso había corrido en Hawai. Estas cosas se explican porque el triatlón tanto en Australia como en Nueva Zelanda es una verdadera religión. Me dijeron que Roth me iba a encantar. Luego me dijo el Ciego que sólo habían corrido la media.
A esta pareja la conocimos en la plaza el día anterior a la carrera. LA PLAZA JAMMAL EL FNA. Punto y aparte. De película. En el viaje de vuelta, un pasajero que llevaba detrás, un verdadero viajero (el año pasado había ido a doce destinos distintos en el extranjero) contaba que se decía que era una de las plazas más especiales del mundo. ¿Por qué? ¿Por su belleza? Ni mucho menos. Es difícil de describir. Se trata de una superficie irregular entre edificios bajos. Las terrazas en toda la ciudad, completamente erizada de parabólicas te recuerdan a los edificios desde donde disparan los marines en las películas y documentales sobre Irak o Somalia. La Koutubia, la torre de la Mezquita, domina desde un fondo la vida que se desarrolla en la plaza. A todas horas atestada de gente que se dedica a actividades en su mayor parte, pero no exclusivamente, dirigidas al turismo. Es alucinante fijarse en una foto de la plaza de 1930 y resulta…que apenas ha cambiado. El mismo “trajín”, el mismo ruido y ajetreo; monos (es cierto que para mí lo más de lo más; una debilidad desde crío), serpientes, puesto de comida y zumos de fruta, cuentacuentos que tenían gran éxito pero que nosotros no entendíamos y música, música a todas horas: extrañas flautas acompañadas de hipnóticas e incansables percusiones.
Observas a los viandantes y te das cuenta que no todos los turistas son occidentales. Cuando ya estaba aquí, una chica marroquí de Robleda me confirmaba que a la ciudad se va como una vez al año a pasar el día (a ella también le fliparon los monos). Por ello quizás ves convivir gente de muy variada indumentaria. En las chicas es donde más te llama la atención. Burkas que apenas dejan ver los ojos, chicas simplemente con el pelo tapado mezcladas con otras que podrían salir de cualquier discoteca de un polígono de Madrid. Fuera de la gran ciudad no creo que exista esta variedad. Eso sí, la raya siempre pintada. Suelen tener ojos negros muy bonitos y les queda fenomenal.
Desde la ciudad y especialmente durante la carrera es imposible que el Atlas pase desapercibido. Es una imponente cadena montañosa que está a un paso de la ciudad. Contrasta el calor de Marrakech con la nieve que se aprecia en las cumbres de picos de más de cuatro mil metros. Evidente que cuando vuelva a Marrakech, será acompañado de montañeros para subir allí.
Junto a la Plaza está la MEDINA, el barrio viejo, trazado a través de callejuelas imposibles de recordar, repletas de tiendas de cuero, telas, madera, plata, especias y donde el tópico más tópico de las guías se torna real: otro mundo diferente de colores, olores, de sonidos, donde el regateo es ley. Aquí te ves envuelto en un maremagnum de gente, de claxons de motos a una velocidad imposible a través de estrechas callejuelas abarrotadas, de música, del canto de los almuecines llamando a la oración desde los minaretes de las mezquitas.
Acabas saliendo de la zona turística y te topas con la pobreza de otras calles, con pequeños establecimientos destinados al consumo propio, no mayores que una habitación, delante de los cuales sus dueños y vecinos se sientan al sol a ver pasar la vida; delante de peluquerías, zapaterías, carnicerías o “clínicas dentistas” (os podéis imaginar la higiene). Y claro, al final te pierdes y rápidamente aparece el crío de turno se ofrece a llevarte a tu lugar, a tu sitio de turista…a cambio de nada. Sí, claro.
Y se acaba el viaje, y también se acaba el maratón. Cuando soy consciente de que voy a terminar, me emociono mucho. Como llevo ya tantos (28), a veces pierdes la ilusión pero no hay que olvidar que el maratón es peligroso y siempre es un desafío. Si te descuidas, te puede devorar. 3:37. Como ya dije, al cruzar la línea de meta un crío me pidió la medalla. “Ay, chaval, no sabes lo que dices”. Ahora cuelga en el salón al lado de las otras internacionales: Roma, París, Oporto y Lisboa. ¿La próxima? Me gustaría correr Florencia en Novembre. Veremos.
Y ahora sí que se acaba el viaje y vuelves al hotel donde todo es completamente distinto: limpio, lujoso, con piscina, donde puedes beber alcohol… La adaptación necesaria antes de volver a la cómoda y vieja Europa. Yo he viajado bastante pero siempre por España y Europa Occidental donde todo el mundo vive de forma muy similar a la nuestra. Quizá éste ha sido el viaje que más interesante me ha resultado. Se trata de otra historia. Otro mundo. Creo que el choque cultural te enriquece como persona.
Al que haya llegado hasta el final, pues siento de verdad haberle colado este muro. Al principio no tenía intención de escribir tanto pero atisbas recuerdos, recuperas sensaciones, te pones, te pones y porque al final dices ¡ya!, se acabó.
Bueno, la verdad es que lo hago porque me gusta quedarme con una semblanza del viaje, guardármela para dentro de unos años leerla y recordar aquel viaje que hicimos antaño el Ciego y yo a Marrakech.

Ale, eso es todo, amigos y compañeros. Hasta la próxima."

“¡YO SOY ESPARTACO!”

10 comentarios:

davidiego dijo...

ya que te has tomado la molestia de madrugar para compartir yo me he tomado la ningunamolestia de leerte y viajar contigo, y si ha habido muro lo he pasado sin darme cuenta para apenas llegar a la meta pedir otro más.

Florencia, Florencia, Florencia!

Furacán dijo...

Me ha gustado la crónica. Muy interesante lo que cuentas y no se me hizo para nada larga.

Saludos!

Atalanta dijo...

Gracias, hombre. Me alegro que os haya gustado. Aunque todavía no nos conocemos en persona, sé de sobra que sois muy amables y buena gente.
David, lo de Florencia me parece que va a ser más un tratado de historia del arte. Tengo unas ganas....
Un saludo.

Anónimo dijo...

Oye, listo dime algo de Florencia. ¿Ya te has apuntado?. Yo todavía no, estaba a la espera de tus noticias.

Por lo que puede ver anoche hace falta certificado médico, se supone que se podrá mandar después ¿no?.

Anónimo dijo...

Por cierto, me da que tu nuevo flamante contador no carrula muy bien.

Lo veo ahí todo el rato atascado en las mismas cifras. Y me he desconectado y vuelto a concetar a ver qué pasaba y resulta que no ha pasado nada.

Atalanta dijo...

Quedamos que cada uno se apuntaba por su cuenta. Ya no te iba a decir nada. Yo ya estoy inscrito. Después de estar registrado, te indican un número de fax al que debes enviar el certificado.
El contador no funcionará bien pero es muy aparente.

Si te lo tengo que explicar... dijo...

¡Alaaaaaaaa, vaya ladrillo!!!
Una gran crónica, como siempre. Y un país para repetir. Yo cuando estuve, pasé la mayor parte del tiempo fuera de las ciudades, y volví con muy buen sabor de boca, ya lo sabes. EL Atlas se me pasó en un suspiro, por lo que hay que organizar una expedición jaramuguil un día de éstos.

Atalanta dijo...

Mucho tiempo sin dar señales de vida, el iron.
Lo de la excursión, ya sabes, planteala y ya se verá. Yo el año pasado en navidades estuve a punto de marchar con los montañeros en coche a unos pueblos perdidos pero precisamente lo cambié por el Maratón de Marrakech.

Anónimo dijo...

pues nada, tu croníca coincide con la realidad... y mi realidad coincide que correré la Media de Marrakech este més que entra con un año nuevo..
y tengo la edad de tu madre.. o más..
Gracias por no desanimar, ya me desanimo yo sóla...na

Anónimo dijo...

pero yo no quería ser anonima...
soy Anna....¡