"En seguida, vendrá el estribillo: es lo que más me gusta, sobre todo la manera brusca de arrojarse hacia adelante, como un acantilado contra el mar. Por el momento, suena el jazz; no hay melodía, solo notas, una miríada de breves sacudidas. No conocen reposo; un orden inflexible las genera y destruye, sin dejarles nunca tiempo para recobrarse, para existir por sí. Corren, se apiñan, me dan al pasar un golpe seco y se aniquilan. Me gustaría retenerlas, pero sé que si llegara detener una, solo quedaría entre mis dedos un sonido canallesco y languideciente. Tengo que aceptar su muerte; hasta debo querer esta muerte; conozco pocas impresiones más ásperas o más fuertes.
(...)
Unos segundos más y cantará la negra. Parece inevitable, tan fuerte es la necesidad de esta música; nada puede interrumpirla, nada que venga del tiempo donde está varado el mundo; cesará sola, por orden. Esta hermosa voz me gusta sobre todo, no por su amplitud ni por su tristeza, sino porque es el acontecimiento que tantas notas han preparado desde lejos, muriendo para que ella nazca. Y sin embargo, estoy inquieto; bastaría tan poco para que el disco se detuviera: un resorte roto, un capricho del primo Adolphe. Qué extraño, qué conmovedor que esta duración sea tan frágil. Nada puede interrumpirla y todo puede quebrantarla.
El último acorde se ha aniquilado. En el breve silencio que sigue siento fuertemente que ya está, que algo ha sucedido.
Silencio
"Some of these days
You´ll miss me honey"
Lo que acaba de suceder es que la Náusea ha desaparecido. Cuando la voz se elevó en el silencio, sentí que mi cuerpo se endurecía; y la Náusea se desvaneció. De golpe; era casi penoso ponerse así de duro; de rutilante. Al mismo tiempo la duración de la música se dilataba, se hinchaba como una bomba. LLenaba la sala con su transparencia metálica, aplastando contra las paredes nuestro tiempo miserable. Estoy en la música. En los espejos ruedan globos de fuego; anillos de humo los circundan, y giran, velando y descubriendo la dura sonrisa de la luz. Mi vaso de cerveza se ha empequeñecido, se aplasta contra la mesa; parece denso, indispensable. Quiero cogerlo y sopesarlo, extiendo la mano... ¡Dios mío! Esto es sobre todo, lo que ha cambiado: mis ademanes. Este movimiento de mi brazo se ha desarrollado como un tema majestuoso, se ha deslizado a lo largo del canto de la negra; me pareció que yo bailaba.
El rostro de Adolphe está ahí, apoyado contra la pared chocolate; parece muy próximo. En el momento en que mi mano se cerraba, vi su cabeza; tenía la evidencia, la necesidad de una conclusión. Oprimo mis dedos contra el vidrio, miro a Adolphe: soy feliz".
El rostro de Adolphe está ahí, apoyado contra la pared chocolate; parece muy próximo. En el momento en que mi mano se cerraba, vi su cabeza; tenía la evidencia, la necesidad de una conclusión. Oprimo mis dedos contra el vidrio, miro a Adolphe: soy feliz".
(De "La náusea" de Sartre)
La versión es más moderna, de Ella Fitzgerald. Aparte del texto que es brutal, me gusta el vídeo, ese crear magia casi en zapatillas de estar en casa. Es Ella, es ella.
2 comentarios:
Tremendo texto.
Tremenda voz.
Besos de vuelta.
Y bienvenida de nuevo, Ana.
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