viernes, 28 de diciembre de 2012

La voz de las estrellas



Paseos nocturnos por calles estrelladas de Navidad eligieron extraño tema. Arrastrada fascinación infantil por el universo y el más allá, por la imposibilidad de conocer ese orden desordenado.


"A veces los astrónomos profesionales utilizamos la música para visualizar auditivamente algunos mecanismos astrofísicos: la pulsación de las enanas blancas, el campo magnético y el viento estelar de las estrellas masivas o los fenómenos energéticos en las atmósferas superiores de los planetas del Sistema Solar.  En el último caso, las frecuencias de las ondas de radio, las tormentas electromagnéticas y el plasma ionosférico se pueden traducir a sonidos que son como silbidos, coros o auroras". (José A. Caballero)

Ya contaba Pitágoras que las notas musicales dependían del número de vibraciones, lo calculó y estableció que la música no era más que una relación numérica de ellas, medida según los intervalos. Hasta el silencio no es sino una música que el oído humano no percibe porque es continua, es decir, carece de intervalos. Es la "música de las esferas", que los planetas, como todos los demás cuerpos cuando se mueven, producen en su girar alrededor de la Tierra. 

Kubrick, un poeta metido a cineasta, trató de imaginar cuando imaginar es inventar imágenes. Y construyó ese  teatral prólogo, maravilloso e insuperable, del primer amanecer, del inicio ¿de todo o de nada? Parecía que la música de Richard Strauss había aguardado décadas para encadenarse a una imágenes que le regalarían la inmortalidad. Y Kubrick quiso imaginar la música que se escucharía entre las estrellas y lo hizo metafóricamente para resaltar el orden y la armonía utilizando el vals de otro Strauss. Pero también trató de acercarse literalmente a un silencio latente y opresivo, utilizando la música de Ligeti tan vacía y  magnética a  la vez, tan fiel al vértigo de alguno de los sonidos reales. 

Termino con un tema más pedestre, una de mis canciones favoritas de siempre. The Church, esa banda australiana de los ochenta que siempre mereció mucho más. Aparte del título, el eterno tema de la música popular, el de la atracción de los cuerpos humanos.

2 comentarios:

ned henry dijo...

Si me permites la observación, una entrada muy sui generis, pero también bonita en su singularidad. Me ha gustado mucho y, después de haber estado este año repescando a los Immaculate Fools, voy a descubrir a The Church, ese tema me trae muchos recuerdos.

Qué decirte, tal vez lo que no te dije en su día, no sé por qué, que me alegro de vuestro compromiso y que seais felices en el año que va a entrar.

Atalanta dijo...

Gracias por todo, Ned. Lo seremos, seguro. The Church, sino lo han dejado recientemente y yo no me he enterado, siguen dando guerra. Tienen su reducida legión de fans que saben que no fallaran a su cita con la calidad. Lo poco que he escuchado de ellos posteriormente seguía teniendo mucho nivel pero todos sabemos que su oportunidad pasó. Se tienen que conformar con seguir haciendo rock de calidad para unos pocos gourmets. Casi nada, eh?!