miércoles, 5 de diciembre de 2012

Michel Cloup. Hoy, ahora.



No me apetece buscarlo pero creo que esta canción ya habrá sobrepasado la década de vida. Sin embargo, luce tan fresca como el primer día. Ocurre raras veces, ocurre cuando el talento y el trabajo encajan.  La he escuchado cientos de veces y aún no se ha agotado, no le he notado perder ni un ápice de  fuerza. Lo que es más raro es que una canción generacional, o más bien su mensaje retratando una generación por el retrovisor, siga siendo tan actual. Es el secreto del verdadero arte, que es intemporal.

Música y letra. Una canción perfecta desde ambos puntos de vista. Cuatro minutos que en sus versos, encierran una historia completa, un llamamiento, una inspiración. En lo musical,  Michel Cloup nunca tuvo reparos para acercarse al rap o a lo eléctrónico, no para hacer pastiches a la moda, sino para acogerlos dentro de un discurso coherente e íntegro.





Esta otra canción es del año pasado, ya firmando como  Michel Cloup en solitario aunque bien es cierto que Experience no era más que un proyecto personal (no así Diabologum junto a Arnaud Michniak, su anterior banda que ya pasó por aquí) . No es tan redonda pero sigue siendo una canción tremenda. Más contenida, más oscura, igual de contundente. Parece ser que en su última etapa ha relegado sus inquietudes políticas y sociales  a un segundo planto. El retrato de esa otra lucha interior sigue siendo tan certero e intenso que quema.

Hay demasiados cadáveres luciendo disfraz rockero. El verdadero rock and roll debe contar, incomodar, emocionar. Debe supurar vida real... y escucharse a todo volumen.

Vale.