Durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo estos pueblos fueron castigados por la emigración fundamentalmente a Francia. La miseria y la falta de oportunidades provocaron que sean muy pocos los que no pasaran algún tiempo laborando en el país extranjero. Todos te cuentan historias muy duras de aquellos años trabajando en el monte o en el campo francés. Algunos volvían a su patria después de temporadas cada año; otros se asentaron allí y vuelven por vacaciones; otros, cuando los hijos echaron raíces definitivamente, ya no volverán. Es sorprendente ver la fractura espiritual que se crea entre “los de la Francia” y los de aquí.
Una noche se proyectó en el Ayuntamiento la película “14 Kilómetros” de Gerardo Olivares que es lo que me ha motivado a escribir este texto. Fijándose en dos personas que parten de Níger, país subsahariano, se puede asistir al itinerario que habitualmente se sigue hasta conseguir embarcar en una patera con destino a Europa.
Acostumbrados a verlos llegar o morir en los telediarios, no podemos imaginar la odisea de un viaje más peligroso aún que el cruce del estrecho.
Víctimas de la pobreza, huyendo de la miseria, de la explotación, persiguiendo un sueño que es una gran mentira, hablan de Europa, de España como la salvación, como la tierra de la abundancia, como un paraíso donde todos los problemas desaparecerán.
Durante el viaje seguirán siendo víctimas de las mafias de traficantes de personas, despiadados mercaderes, comerciantes de sueños que aprovecharán la segura fuente de ingresos que les proporcionarán las esperanzas de estos desgraciados, dispuestos a dar todo lo que poseen a cambio de una quimera. En la película se refleja con detalle la organización y el transcurso del itinerario. Con la fotografía y la luz de fondo de los pasajes abrumadores de un continente tan hermoso como África, somos testigos de una odisea de más de diez meses donde las dificultades y los obstáculos son constantes.
Te espanta cómo son capaces, con ciego arrojo inconsciente, de lanzarse a cruzar voraces y asesinos desiertos como el Teneré o el Sahara. Sin poder evitarlo buscas el nexo con nuestras motivaciones, hombres occidentales acomodados con aficiones deportivas “extremas”, dispuestos a pagar fortunas por cruzar un desierto en lo que creemos una auténitica aventura llena de piruetas y saltos mortales. Pero nosotros sólo jugamos a arriesgarnos. Sabemos que tras el salto, siempre existe la red. Ellos no juegan, ellos apuestan su vida y muchas veces la pierden en muertes horribles.
Destacable es la reflexión del Tuareg que, después de rescatar a los protagonistas moribundos, les conmina a permanezcan en sus patrias, a que todo el dinero y esfuerzo que emplean en escapar lo inviertan en su tierra. Rodeado de la arena que es su hátbitat natural, él no ve más que vida alrededor. “El futuro está aquí”, asiente con convicción.
“Seguirán viniendo y seguirán muriendo, porque la historia ha demostrado que no hay muro capaz de contener los sueños”
A lo largo de la proyección suena música excelente de, por ejemplo, Ismael Lo o Youssou N´dour. Aquí os pongo la canción menos africana del africano N´dour, "7 seconds", una comercial y bonita canción que fue un éxito hace unos años. Aquí canta la correcta Dido en lugar de Neneh Cherry.
Relacionada, aunque no se ve nada, aquí os dejo "Hawa Dolo" de otro africano, Ali Farka Toure, una muestra de lo innegable del parentesco entre el bluesman y el griot, entre África y el Mississipi. Una gozada.
“Los Nadie”
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres,
que algún mágico día llueva la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino floklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.”
Eduardo Galeano
“Los Nadie”
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres,
que algún mágico día llueva la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino floklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.”
Eduardo Galeano
4 comentarios:
buena relación, y casualidades, acabo de empezar Espejos, regalo de A., enamorada de Galeano después de que yo le regalara el Libro de los abrazos. Apunto la película.
joerr.. Esto de estar apartado del "mundanal ruído" me está convirtiendo en un ignorante. No conozco la peli, ni el libro. Menos mal que os tengo a vosotros... Taluego!
Vi la pelicula de extreno cuando en su día salió y me dejó impactado. Ahora que pienso en cruzar el estrecho a nado, pienso en los que quizás se crucen conmigo y se juegan la vida de noche por recorrer a la inversa lo que yo me planteo commo aventura, con servicio médico incluido.
Empecé hace un par de días Tuareg de Aberto Vazquez Figueroa y recuerdo claramente la secuencia de la que hablas y de aquel hombre azul del desierto, enamorado de su desierto lleno de mmatices y de sabiduría.
Los sueños, aunque muchas veces equivocados son dificiles de cotener... y menos mal.
David, si te gusta el libro, ya me lo pasarás.
Iron, tú tranquilo, un esfuerzo más. Ya volverás con más fuerza todavía. Un lector voraz como tú es el que nos tiene que nos tiene que servir como oráculo para saber qué leer.
Nacho, ésa era la idea. El contraste con los que como tú se plantean cruzar el estrecho a nado. (¡qué envidia...si yo fuera capaz de una cosa así!)
Tuareg te va a encantar. A un triatleta seguro. Mucha capacidad de sufrimiento. Luego te vas a acordar del prota cuando estés jodido en alguna carrera.
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