lunes, 18 de agosto de 2008

DE ROTH AL BOEDO


Ayer corrí el Maratón del Boedo, uno de los últimos que me faltan en España. No había vuelto a competir desde Roth y el brutal contraste invita a reflexionar sobre dónde marcha últimamente el deporte popular.

¿Dónde se encuentra en nexo entre ambas pruebas? ¡NO EXISTE TAL!

Roth es una organización monstruo cuya motivación es el ánimo de lucro, legítimo por otra parte.

La organización del Boedo básicamente consta de una persona, Gabriel, cuya ilusión constituye el firme cimiento sobre el que se asienta un maratón, ya con solera y a priori imposible.

En Roth te debes apuntar un año antes, pagar 300 euros y aunque para mí la organización fue perfecta, también me parece de traca que debas pagar 43 euracos si quieres la camiseta de recuerdo, aparte de la de finisher, claro.

En Boedo no pagas nada y te obsequian con un trato familiar y cercano, te regalan un bonito trofeo, un polo de calidad, diploma y una caja de pastas. Además se celebra una comida gratuita para todos los participantes y acompañantes. Por no hablar ya de que acampé a 50 metros de la salida, que me invitaron a desayunar en el pueblo, que me duché en casa de un familiar de Gabriel. Todo como muy extraño, la verdad, y a la vez gratificante.

Claro, yo no voy a renunciar a correr alguna prueba del circuito ironman al año y pagar los ¿400… y subiendo? y más pronto que tarde iré al Maratón de las Arenas abonando los 3.000 pero a veces te paras a pensar que quizá nos estamos volviendo todos un poco locos y que esto se está convirtiendo en un deporte de ricos.

Quizá deberíamos valorar en su justa medida organizaciones modélicas y tan cercanas y entrañables como la del Titán o Buelna, donde siempre tienen una sonrisa y un gesto de apoyo a cambio de un precio simplemente justo.

Yo, por mi parte, este año tengo decidido probar el Ironcat. Quizá debamos todos replantearnos volver a la esencia de este deporte y recordar cómo nació. Tal vez debamos intentar recuperar el componente de aventura y restarle algo de ese aspecto tan mercantilizado o “profesional”. Al fin y al cabo la mayoría de nosotros siempre seremos una panda de globeros a los que nos encanta sufrir.
"El que no está ocupado viviendo, está ocupado muriendo"